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soy estudiante de ingeneria de sistemas,tengo 18 años,estudio en la universidad manuela beltran.

jueves, 28 de agosto de 2008

la nanotecnologia y sus amplicaciones eticas

LA ÉTICA DE LA NANOTECNOLOGÍA

La nanotecnología se está anunciando como la «próxima revolución industrial». De un tiempo a esta parte, empresas, gobiernos e investigadores aprietan el acelerador para que el anuncio se convierta en realidad. La pregunta es: ¿habrá que pagar algún precio moral?
Del mismo modo que el desarrollo científico y tecnológico ha llenado el mundo de investigadores para cualquier rama de la ciencia, en los principales foros de debate se han multiplicado los coloquios acerca de las consecuencias de superar las fronteras del conocimiento más allá de lo que somos capaces de controlar o de prever. Ha ocurrido con la ingeniería genética, está ocurriendo con las células madre y con los transgénicos. En general, la biotecnología está siendo sometida a un escrutinio sin precedentes. Estando como estamos todavía con la mayor parte de preguntas sin respuesta, ahora ha empezado el turno de desmenuzar a la nanotecnología. Y la pregunta es: ¿existe realmente un riesgo ético o moral que pueda interferir en su desarrollo? ¿Hay fronteras que separen lo que somos capaces de asumir de lo que razonablemente es permisible? ¿Es éste un debate estéril fruto de los tiempos que corren?

Patrick Lin, director de investigación en el Nanoethics Group, organización con sede en Santa Bárbara (California), entiende que sí, que los desarrollos que se están planteando ahora mismo, y los que podrían surgir en el futuro, podrían comportar serias amenazas desde un punto de vista social y ético si no se establecen límites. El principal, según puede deducirse de declaraciones recientes de Lin a diversos medios de comunicación, es ser capaz de entender lo que la ciencia y la tecnología, de la mano de nuestra imaginación y capacidad, son capaces de crear. Y por supuesto, atender a sus consecuencias.

Gran hermano
El investigador norteamericano describe en The Scientist alguno de los elementos que, a su entender, se configuran en la actualidad como motivo de controversia. Cita, entre otros, aspectos regulatorios, sociales, políticos, económicos e incluso religiosos. Aunque a primera vista podría parecer excesivo, descender al detalle de cada uno de ellos aporta reflexiones cuanto menos inquietantes. Veamos:

El futuro de la inteligencia artificial y de algunas de sus aplicaciones a los sistemas de control, telecomunicaciones o informática, por citar unos pocos campos, pasa ineludiblemente por aportaciones de la nanotecnología. Los beneficios que puedan derivarse son ciertamente extraordinarios. Pero, como se pregunta el propio Lin, pueden llevar a la escenificación de un monstruo ya previsto por la literatura, la existencia real del «gran hermano» o del «gran ojo que todo lo ve».

No hay que remontarse demasiado en el tiempo para darse cuenta de que esta amenaza de excesivo control es real. El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, reclamaba semanas atrás la renovación y ampliación de la Patriot Act, el equivalente estadounidense a la Ley Antiterrorista. Entre las pretensiones del presidente figuraba la de ejercer un «control total» sobre las comunicaciones, algo así como la extensión del sistema de satélites Echelon a través del cual es posible espiar literalmente «cuestiones básicas para la defensa de la nación».

Otro caso es la recientemente publicada secuencia del virus de la gripe que en 1918 asoló buena parte del Planeta. Obviamente, no puede argumentarse que la liberación de esta información tenga nada que ver con la nanotecnología, pero sí guarda una fuerte relación con usos abusivos o incluso, como se ha argumentado, con intereses o fines terroristas.

Llegar a este extremo tal vez sea ir demasiado lejos, pero la pregunta está ahí: ¿a quien sirven la ciencia y el conocimiento? ¿Quién y en qué condiciones debe o puede disponer de ella? Como ocurre con las ciencias biomédicas o con la biotecnología, reclamar un control estricto de la difusión y un marco regulatorio severo para prevenir usos abusivos, podría parecer correcto. Pero en el mundo de la globalización, con los beneficios que se le supone como factor de socialización y democratización del conocimiento, restringir datos esenciales para la comunidad científica sería considerado poco menos que ponerle puertas al campo. A ver quien se atreve.

Cuestión de salud (mental)
Hay otros aspectos que preocupan a los analistas. Sensores cada vez más capaces, biomateriales dotados de «inteligencia», dispositivos para mejorar capacidades humanas, nanomáquinas preparadas para liberar fármacos o productos químicos en el interior de un organismo vivo. La lista de lo que está en camino de venir podría ser interminable.

De nuevo, la cuestión radica en los usos e implicaciones sociales. Por ejemplo, puede darse el caso de la implantación de dispositivos nanoelectrónicos orientados a una mejor visión en la oscuridad, a una mayor capacidad para detectar sustancias tóxicas o peligrosas o a incrementar la capacidad auditiva. Si bien alguno de estos dispositivos podría tener interés en salud, no es menos cierto que cualquier ejército del mundo pagaría lo que fuere -de hecho lo están pagando ya algunos- para armarse con ellos.

Si el soldado biónico plausible en la teoría, también lo es el ciudadano biónico. Lin se pregunta: ¿Cambia de este modo la definición de lo que entendemos como ser humano?
Por supuesto, a la existencia de seres biónicos da pie a armas a escala nanométrica. ¿Quién ostentará entonces el poder?

Queda, por último, la cuestión moral. El investigador norteamericano se interroga acerca de si, en realidad, estamos jugando o no a ser Dios por nuestra capacidad cada vez mayor de manipular la naturaleza a nuestro antojo y de crear instrumentos que del mismo modo que te facilitan la vida, pueden quitártela.

Tal vez sea demasiado pronto para planearse todas estas cuestiones, reconoce el propio Lin. La velocidad de crucero que mantenemos en muchas y muy diversas áreas del conocimiento, sin embargo, pronto obligará a la reflexión. Quizás debiéramos obligarnos a ella.

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